Pese a la interesada adhesión de las partes implicadas, que van desde las compañías de seguros hasta las autoridades militares, el cuento de que Andreas Lubitz quiso suicidarse llevándose por delante a todos los ocupantes del avión que copilotaba empieza a hacer aguas por todas partes.
Ya se que es algo que no aparecerá en los medios oficiales, meros altavoces de las «verdades» convenientes, y cuyo proceder enorgullecería al ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels, pero la mentira necesita de muchas complicidades, y la explicación del «accidente» fabricada a toda prisa para atender la demanda de respuestas y no dejar lugar a las versiones alternativas demuestra que la improvisación suele ser muy chapucera. Tanto, que lo difícil es decidir por dónde empezamos a desmontarla.
Hola, te he nominado para un Premio Very Inspiring Blogger Award (Typing Machine Version):
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Un abrazo Aquileana 😀
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Gracias, muchas gracias, pero decidí no aceptar ninguna nominación ni premio. Cosas mías. Un abrázate
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